miércoles, 16 de septiembre de 2009

Capitulo 5

––V––

Louis buscó el lugar del que provenía la voz. En lo primero que se fijó fue en que estaba en la mitad de un campo abierto, muy probablemente un parque o una cancha de fútbol. Luego se fijó en que la voz provenía de un hombre que se encontraba parado frente a él. Era un hombre de estatura media, robusto y con el cabello corto. Su rostro era bastante amigable, pues tenía unos agradables ojos dorados rematados por una sonrisa permanente. Louis lo miró y preguntó:
–¿Cómo me llamaste?
–Louis –respondió el hombre– Mucho gusto, mi nombre es Alessio, soy amigo de Victor.
Justo en ese momento, Victor apareció unos pasos detrás de Louis.
–¡Pineheart! ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó alarmado Victor.
–Hola, Hawktalon. Aspenleaf y FireStar me enviaron por ti y nuestro… “nuevo amigo”. Ya Victoria nos contó todo lo sucedido. Debo decirte que ninguno de los dos está muy feliz con lo que hiciste, Victor. De hecho, de no haber sido por la extraña aparición de éste chico, te habrían castigado severamente.
–¡Entonces he de agradecer que hayas aparecido, Louis! –Dijo sonriente, pero rápidamente cambió su rostro y preguntó tras mirar a Louis unos breves segundos– ¿Y? ¿Saben algo de él? ¿Sabe ya FireStar por qué ocurrió eso?
Alessio miró a Louis mientras respondía la pregunta de Victor.
–Tiene varias hipótesis –dijo– cada una más extraña que la anterior. Pero el es el Star, el manda, y sabe cosas que nosotros no.
–¿Quién es FireStar? –Preguntó Louis– Y, ¿Por qué se llaman entre ustedes Hawktalon y Pine… algo? ¿Qué acaso sus nombres no eran Victor y Alessio?
Ambos se miraron y rompieron a reír. Tardaron unos minutos es dejar de hacerlo, pero finalmente Victor le contestó:
–Ven con nosotros. Si Pine… Alessio está aquí, quiere decir que FireStar nos está esperando en alguna parte, muy seguramente con Adrian y Victoria. ¿Me equivoco?
Alessio sonrió.
–No –dijo– están en la casa, de hecho los están esperando desde que tú entraste a Bellum Campus, están verdaderamente interesados en lo que está pasando en éste mismo instante.
–Vamos, Louis. –Dijo Victor– será mejor moverse rápido o Adrian se va a molestar aun más conmigo.
Louis, asintiendo, se acercó a Victor. Éste le sujetó la muñeca derecha y le dijo:
–Sujétate fuerte… y no dejes de correr hasta que te diga.
Dicho esto, Victor arrancó a correr a una velocidad más allá de lo humanamente posible según Louis, que corría lo más rápido que podía para intentar no quedarse atrás, y por alguna extraña razón, esto no sucedía. Veía a Victor sonriendo a su lado derecho, y a Alessio al otro lado, que corría y sonreía sin mirarlo en ningún momento. Louis veía pasar carros, personas, edificios y demás a su lado, pero al parecer nadie se detenía a mirarlos pasar. Nunca tuvieron que detenerse por un vehículo ni por una multitud de transeúntes. Sus cuerpos, ahora delgados y ágiles como el viento, se deslizaban como sombras entre las personas, que desinteresadas de cualquier ente externo a sí mismos, caminaban sin rumbo aparente a lo largo de las largas calles de la ciudad.
Tras unos minutos, Victor se detuvo y con él, Louis dejó de correr. A su lado Alessio se acercó a una puerta y timbró. Era una casa de dos pisos aparentemente, con un frente pequeño y algo descolorido por los rayos del sol. Tenía un recuadro de color rojo, ahora naranja, en el frente bajo una ventana cubierta por una cortina de color negro. Tardaron en responder, pero finalmente del interior de la casa salió una muchacha de piel morena y cabello rubio que abrió la puerta y se quedó mirándolos.
–Victor… –dijo tras un rato– Alessio. Bienvenidos. –Se dirigió a Louis– Y tú debes ser Louis, bienvenido igualmente.
–¡Enana! –Dijo eufórico Victor– Esta vez no sabes cómo me alegra verte –Y la abrazó. Luego, entró a la casa.
–Victoria –Dijo Alessio, haciendo una especie de reverencia con la cabeza, para luego entrar detrás de Victor.
Louis la saludó con la mano, y con un sencillo “¿cómo estás?, siguió a Alessio. Era extraño conocer a tanta gente el mismo día, y hace un buen rato se había quedado sin palabras para referirse a alguien desconocido.
Aunque por fuera la casa parecía pequeña, era un mero engaño. Por dentro, la casa era bastante espaciosa y sobre todo, grande. A lo largo del corredor que recorrían los cuatro en fila, se veía una gran cantidad de habitaciones lujosas de todo tipo. Una se encontraba al aire libre, mientras que otra tenía monitores en todas las paredes. Mezcladas entre estas, varias tenían muebles bastante cómodos y estantes llenos de libros que iban desde el suelo hasta el techo, e incluso, en algunos casos, repisas llenas de libros en el techo con puertas de vidrio. Louis comprendió de inmediato que aquella casa no era normal, definitivamente sólo en un lugar así podrían vivir dos personas como Victor y Alessio.
Tras unos caminar un rato y doblar varias esquinas, Victor los guió hasta una sala en la que se encontraban ya varias personas. Victoria ya estaba allí, al lado de un hombre de cabello largo y rubio de una piel extremadamente blanca. Tras recorrer la habitación con la vista, Louis vio a otro hombre que le daba la espalda y miraba atento por una ventana.
–Tú debes ser Louis. –Dijo de repente, haciendo que éste se sobresaltara– Lo siento, no quise asustarte. Mi nombre es Andrea.
El hombre se giró y Louis pudo ver a una persona de cabello corto, casi al nivel del cuello, con un rostro amigable y que le dirigía una sonrisa.
–Creo que a Victor y Alessio ya los conoces, –prosiguió– la mujer que te abrió es Victoria, hermana de Victor, y el hombre a su lado es Adrian.
Éste último levantó la mano en forma de saludo pero no dijo nada. Todos se miraron el uno al otro, pero sobre todo, miraban al muchacho, miraban a Louis. ¿Por qué Andrea le hablaba así? ¿Por qué le decía quiénes eran? De hecho, Louis se preguntaba exactamente lo mismo, pero no se atrevía a decir nada. Andrea mismo no tardó en responderles.
–¿Podrían sentarse todos en éste salón, por favor? –pidió amablemente, a lo que todos buscaron un lugar para sentarse y se quedaron esperando así las palabras de Andrea, alrededor de una chimenea encendida con una llama visible, que llenaba la habitación con un calor confortable. La sala en la que se encontraban era bastante amplia. A lo largo y ancho de la sala había estantes con libros, que llenaban las paredes del suelo al techo. El piso era en madera, y en el centro había varios pares de cómodos y mullidos sofás que rodeaban la chimenea en la parte baja de uno de los estantes. Louis miraba atónito el fuego, hasta que Victor le habló al oído, apartándolo de su trance.
–No es lo más seguro, ¿no? ¿A quién se le ocurriría poner una chimenea en la parte baja de un estante de madera, en una sala donde absolutamente todo es combustible?
Louis rió por lo bajo de la ironía señalada por Victor. Se fijó en su compañero de sofá. Victor de verdad era una persona agradable y bastante solidaria con él, que era un completo desconocido para todos allí. Andrea se aclaró la garganta y dijo:
–Sé que se estarán preguntando por qué le hablo de esa forma tan… ‘familiar’ a un Orior que acabo de conocer. –Miró a Louis– Pero es que no es cualquier Orior el que tenemos entre nosotros hoy. Louis, ¿Tienes hermanos o hermanas?
Louis asintió.
–Una mujer –prosiguió Andrea.
Louis asintió una vez más.
–Su nombre es Joanne, ¿Me equivoco?
Louis se quedó pasmado, pero finalmente dio un tembloroso asentimiento con la cabeza.
–Bien. –Prosiguió Andrea ignorándolo– Al parecer mi teoría es cierta. –Caminó lentamente por la habitación. Todos los ojos se movían con él, nadie le despegaba la mirada, a excepción de Louis que miraba fijamente el suelo como buscando algo. La habitación estaba totalmente sumida en el silencio hasta que Alessio preguntó:
–¿Cómo lo sabías, FireStar? Que yo sepa, tienes grandes poderes, pero entre ellos no se encuentra el don de leer mentes ni nada por el estilo, ¿o si?
Alessio parecía estar preocupado. Su acostumbrada sonrisa había desaparecido y ahora en su lugar se veía una boca bastante tensa. Y no era el único. Adrian intercambiaba miradas con Victoria, con cara de confusión, y giraba a mirar a Andrea, luego a Louis y luego volvía a Victoria, sin saber que decir. Victoria miraba al muchacho y se preguntaba dentro de sí quién era realmente, pero le devolvía la mirada a Andrea de cuando en cuando, esperando a que prosiguiera con su relato. Victor sujetaba a Louis para que no se desplomara sobre el suelo, mientras miraba a Andrea rondar la habitación. Louis acababa de colapsar nuevamente, con cientos de preguntas en su cabeza. ¿Cómo sabía éste hombre sobre su hermana? ¿Qué más sabía sobre él mismo?
–Los veo preocupados, nerviosos y sobre todo, confundidos. –Dijo Andrea– ¿Qué les sucede? –Giró hacia Alessio y le dijo– Alessio, te quiero decir dos cosas, aunque la primera es para todos por igual. Mientras aclaremos esta situación, se llamarán por los nombres de cada uno, no por sus títulos. Y segundo, no es necesario saber leer mentes, conozco a su madre.
Todos, incluido Louis, alzaron la cabeza de inmediato hacia Andrea.
–Es más –prosiguió– todos la conocemos.
Se agachó para quedar cara a cara con Louis, y le preguntó suavemente:
–Dime, Louis, ¿Cómo se llama tu madre?
Louis lo miró sorprendido. Levantó la cabeza y los recorrió a todos con la mirada.
–Mi… –intentó decir, pero se le cortó la voz. Finalmente sacó fuerzas y dijo alto y claro para que todos escucharan:
–Mi madre se llama Sophie.

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