miércoles, 16 de septiembre de 2009

Capitulo 5

––V––

Louis buscó el lugar del que provenía la voz. En lo primero que se fijó fue en que estaba en la mitad de un campo abierto, muy probablemente un parque o una cancha de fútbol. Luego se fijó en que la voz provenía de un hombre que se encontraba parado frente a él. Era un hombre de estatura media, robusto y con el cabello corto. Su rostro era bastante amigable, pues tenía unos agradables ojos dorados rematados por una sonrisa permanente. Louis lo miró y preguntó:
–¿Cómo me llamaste?
–Louis –respondió el hombre– Mucho gusto, mi nombre es Alessio, soy amigo de Victor.
Justo en ese momento, Victor apareció unos pasos detrás de Louis.
–¡Pineheart! ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó alarmado Victor.
–Hola, Hawktalon. Aspenleaf y FireStar me enviaron por ti y nuestro… “nuevo amigo”. Ya Victoria nos contó todo lo sucedido. Debo decirte que ninguno de los dos está muy feliz con lo que hiciste, Victor. De hecho, de no haber sido por la extraña aparición de éste chico, te habrían castigado severamente.
–¡Entonces he de agradecer que hayas aparecido, Louis! –Dijo sonriente, pero rápidamente cambió su rostro y preguntó tras mirar a Louis unos breves segundos– ¿Y? ¿Saben algo de él? ¿Sabe ya FireStar por qué ocurrió eso?
Alessio miró a Louis mientras respondía la pregunta de Victor.
–Tiene varias hipótesis –dijo– cada una más extraña que la anterior. Pero el es el Star, el manda, y sabe cosas que nosotros no.
–¿Quién es FireStar? –Preguntó Louis– Y, ¿Por qué se llaman entre ustedes Hawktalon y Pine… algo? ¿Qué acaso sus nombres no eran Victor y Alessio?
Ambos se miraron y rompieron a reír. Tardaron unos minutos es dejar de hacerlo, pero finalmente Victor le contestó:
–Ven con nosotros. Si Pine… Alessio está aquí, quiere decir que FireStar nos está esperando en alguna parte, muy seguramente con Adrian y Victoria. ¿Me equivoco?
Alessio sonrió.
–No –dijo– están en la casa, de hecho los están esperando desde que tú entraste a Bellum Campus, están verdaderamente interesados en lo que está pasando en éste mismo instante.
–Vamos, Louis. –Dijo Victor– será mejor moverse rápido o Adrian se va a molestar aun más conmigo.
Louis, asintiendo, se acercó a Victor. Éste le sujetó la muñeca derecha y le dijo:
–Sujétate fuerte… y no dejes de correr hasta que te diga.
Dicho esto, Victor arrancó a correr a una velocidad más allá de lo humanamente posible según Louis, que corría lo más rápido que podía para intentar no quedarse atrás, y por alguna extraña razón, esto no sucedía. Veía a Victor sonriendo a su lado derecho, y a Alessio al otro lado, que corría y sonreía sin mirarlo en ningún momento. Louis veía pasar carros, personas, edificios y demás a su lado, pero al parecer nadie se detenía a mirarlos pasar. Nunca tuvieron que detenerse por un vehículo ni por una multitud de transeúntes. Sus cuerpos, ahora delgados y ágiles como el viento, se deslizaban como sombras entre las personas, que desinteresadas de cualquier ente externo a sí mismos, caminaban sin rumbo aparente a lo largo de las largas calles de la ciudad.
Tras unos minutos, Victor se detuvo y con él, Louis dejó de correr. A su lado Alessio se acercó a una puerta y timbró. Era una casa de dos pisos aparentemente, con un frente pequeño y algo descolorido por los rayos del sol. Tenía un recuadro de color rojo, ahora naranja, en el frente bajo una ventana cubierta por una cortina de color negro. Tardaron en responder, pero finalmente del interior de la casa salió una muchacha de piel morena y cabello rubio que abrió la puerta y se quedó mirándolos.
–Victor… –dijo tras un rato– Alessio. Bienvenidos. –Se dirigió a Louis– Y tú debes ser Louis, bienvenido igualmente.
–¡Enana! –Dijo eufórico Victor– Esta vez no sabes cómo me alegra verte –Y la abrazó. Luego, entró a la casa.
–Victoria –Dijo Alessio, haciendo una especie de reverencia con la cabeza, para luego entrar detrás de Victor.
Louis la saludó con la mano, y con un sencillo “¿cómo estás?, siguió a Alessio. Era extraño conocer a tanta gente el mismo día, y hace un buen rato se había quedado sin palabras para referirse a alguien desconocido.
Aunque por fuera la casa parecía pequeña, era un mero engaño. Por dentro, la casa era bastante espaciosa y sobre todo, grande. A lo largo del corredor que recorrían los cuatro en fila, se veía una gran cantidad de habitaciones lujosas de todo tipo. Una se encontraba al aire libre, mientras que otra tenía monitores en todas las paredes. Mezcladas entre estas, varias tenían muebles bastante cómodos y estantes llenos de libros que iban desde el suelo hasta el techo, e incluso, en algunos casos, repisas llenas de libros en el techo con puertas de vidrio. Louis comprendió de inmediato que aquella casa no era normal, definitivamente sólo en un lugar así podrían vivir dos personas como Victor y Alessio.
Tras unos caminar un rato y doblar varias esquinas, Victor los guió hasta una sala en la que se encontraban ya varias personas. Victoria ya estaba allí, al lado de un hombre de cabello largo y rubio de una piel extremadamente blanca. Tras recorrer la habitación con la vista, Louis vio a otro hombre que le daba la espalda y miraba atento por una ventana.
–Tú debes ser Louis. –Dijo de repente, haciendo que éste se sobresaltara– Lo siento, no quise asustarte. Mi nombre es Andrea.
El hombre se giró y Louis pudo ver a una persona de cabello corto, casi al nivel del cuello, con un rostro amigable y que le dirigía una sonrisa.
–Creo que a Victor y Alessio ya los conoces, –prosiguió– la mujer que te abrió es Victoria, hermana de Victor, y el hombre a su lado es Adrian.
Éste último levantó la mano en forma de saludo pero no dijo nada. Todos se miraron el uno al otro, pero sobre todo, miraban al muchacho, miraban a Louis. ¿Por qué Andrea le hablaba así? ¿Por qué le decía quiénes eran? De hecho, Louis se preguntaba exactamente lo mismo, pero no se atrevía a decir nada. Andrea mismo no tardó en responderles.
–¿Podrían sentarse todos en éste salón, por favor? –pidió amablemente, a lo que todos buscaron un lugar para sentarse y se quedaron esperando así las palabras de Andrea, alrededor de una chimenea encendida con una llama visible, que llenaba la habitación con un calor confortable. La sala en la que se encontraban era bastante amplia. A lo largo y ancho de la sala había estantes con libros, que llenaban las paredes del suelo al techo. El piso era en madera, y en el centro había varios pares de cómodos y mullidos sofás que rodeaban la chimenea en la parte baja de uno de los estantes. Louis miraba atónito el fuego, hasta que Victor le habló al oído, apartándolo de su trance.
–No es lo más seguro, ¿no? ¿A quién se le ocurriría poner una chimenea en la parte baja de un estante de madera, en una sala donde absolutamente todo es combustible?
Louis rió por lo bajo de la ironía señalada por Victor. Se fijó en su compañero de sofá. Victor de verdad era una persona agradable y bastante solidaria con él, que era un completo desconocido para todos allí. Andrea se aclaró la garganta y dijo:
–Sé que se estarán preguntando por qué le hablo de esa forma tan… ‘familiar’ a un Orior que acabo de conocer. –Miró a Louis– Pero es que no es cualquier Orior el que tenemos entre nosotros hoy. Louis, ¿Tienes hermanos o hermanas?
Louis asintió.
–Una mujer –prosiguió Andrea.
Louis asintió una vez más.
–Su nombre es Joanne, ¿Me equivoco?
Louis se quedó pasmado, pero finalmente dio un tembloroso asentimiento con la cabeza.
–Bien. –Prosiguió Andrea ignorándolo– Al parecer mi teoría es cierta. –Caminó lentamente por la habitación. Todos los ojos se movían con él, nadie le despegaba la mirada, a excepción de Louis que miraba fijamente el suelo como buscando algo. La habitación estaba totalmente sumida en el silencio hasta que Alessio preguntó:
–¿Cómo lo sabías, FireStar? Que yo sepa, tienes grandes poderes, pero entre ellos no se encuentra el don de leer mentes ni nada por el estilo, ¿o si?
Alessio parecía estar preocupado. Su acostumbrada sonrisa había desaparecido y ahora en su lugar se veía una boca bastante tensa. Y no era el único. Adrian intercambiaba miradas con Victoria, con cara de confusión, y giraba a mirar a Andrea, luego a Louis y luego volvía a Victoria, sin saber que decir. Victoria miraba al muchacho y se preguntaba dentro de sí quién era realmente, pero le devolvía la mirada a Andrea de cuando en cuando, esperando a que prosiguiera con su relato. Victor sujetaba a Louis para que no se desplomara sobre el suelo, mientras miraba a Andrea rondar la habitación. Louis acababa de colapsar nuevamente, con cientos de preguntas en su cabeza. ¿Cómo sabía éste hombre sobre su hermana? ¿Qué más sabía sobre él mismo?
–Los veo preocupados, nerviosos y sobre todo, confundidos. –Dijo Andrea– ¿Qué les sucede? –Giró hacia Alessio y le dijo– Alessio, te quiero decir dos cosas, aunque la primera es para todos por igual. Mientras aclaremos esta situación, se llamarán por los nombres de cada uno, no por sus títulos. Y segundo, no es necesario saber leer mentes, conozco a su madre.
Todos, incluido Louis, alzaron la cabeza de inmediato hacia Andrea.
–Es más –prosiguió– todos la conocemos.
Se agachó para quedar cara a cara con Louis, y le preguntó suavemente:
–Dime, Louis, ¿Cómo se llama tu madre?
Louis lo miró sorprendido. Levantó la cabeza y los recorrió a todos con la mirada.
–Mi… –intentó decir, pero se le cortó la voz. Finalmente sacó fuerzas y dijo alto y claro para que todos escucharan:
–Mi madre se llama Sophie.

Capitulo 4

––IV––

Louis no sabía lo que sucedía a su alrededor. Victor parecía preocupado por algo. Había cerrado los ojos por un momento hace un rato, y ahora sonreía un poco mas para si mismo que para cualquier otra persona. Las 2 sombras continuaban con su hipnótica danza alrededor de ambos, en una coreografía sin fin.
–Deja de mirarlas –dijo Victor de repente– o será lo último que sientas en tu vida.
Louis parpadeó varias veces, mientras alejaba la mirada de ellas y retomaba a Victor.
– ¿Qué sucede?– preguntó. Aunque sólo habían pasado escasos 2 minutos, Louis había asimilado lo que pasaba, y ahora se encontraba tranquilo.
–Te lo voy a explicar rápidamente– le dijo Víctor sin dirigirle la mirada– en este mismo instante estamos rodeados por… lo que podría llamar varias criaturas hostiles que no vienen precisamente por mi, vienen por ti. Tengo órdenes de sacarte de este lugar lo más pronto posible y llevarte a un lugar seguro. Así que sigue cualquier instrucción que te dé y no dudes de mi.
Louis parpadeó varias veces. Le estaba costando trabajo procesar estas palabras. ¿Venían por él? ¿Por qué, si solo era un estudiante más? Y, ¿Cómo que órdenes? ¿Acaso Victor sabía algo que él no? Tras unos minutos en silencio, mientras miraba a Victor y a las sombras alrededor de él, Louis decidió olvidar aquellas varias preguntas en su cabeza y obedecer a las palabras de Victor, después de todo si él le quisiera hacer daño, ya lo habría hecho.
En ese mismo instante Victor juntó sus manos al mismo tiempo que recitaba algunas palabras completamente ininteligibles para Louis. De un momento a otro, las manos de Victor comenzaron a brillar de una forma extraña, pues no era el típico haz de luz que se podría haber imaginado Louis, sino que de sus manos salía algo parecido a una masa negra, oscura y que latía como si de luz se tratase. Louis comprendió que si la luz y la oscuridad pudieran materializarse se verían así: como una masa viscosa a punto de solidificarse. Y no estaba muy equivocado, justo en ese momento, Victor giró sus manos aun unidas, de tal forma que sus dedos quedaron en sentidos opuestos; acto seguido, comenzó a separar sus manos lentamente. Louis en un principio no comprendió del todo lo que sucedía, su cerebro estaba saturado en ese mimo instante, pues en menos de un día, su mundo acostumbradamente organizado se había vuelto una farsa, ahora lo “real” era un tipo que cambiaba de dimensiones y sombras que se volvían sólidas. Una vez más, su cerebro colapsó, sus realidades se estrellaron en una pugna por prevalecer sobre su marchito cuerpo, y Louis cayó de rodillas al suelo con los ojos en blanco. No estaba desmayado, al parecer, estaba asimilando una realidad sobre la otra, ya que, tal y como él lo veía, para poder regresar a una, necesitaba aceptar la otra, y éste proceso no le fue nada sencillo. Victor vio caer a Louis de rodillas, lo vio agarrarse la cara con las manos y finalmente lo escuchó susurrar algo, pero se encontraba ocupado en lo que estaba haciendo. A medida que Victor separaba las manos parecía sujetar algo con su mano derecha e irlo sacando de la palma de su mano izquierda. Lentamente vio surgir una vara de unos dos metros de largo de su mano, la sujetó firmemente y la apoyó en el suelo y la materia viscosa en su mano saltó en el aire hasta la parte superior cambiando de forma para finalmente rematar la vara con una punta con forma casi triangular, filosa por todos los lados, y con un gancho que señalaba hacia arriba en la parte trasera. La punta era totalmente negra, mientras que la vara era de un color madera pero bastante oscuro y enmohecido.
Cuando terminó de sacar la vara, agarró a Louis de los brazos, lo sacudió y lo ayudó a ponerse en pie. Louis volvió en sí y miró a Victor un largo rato
–Es hora de salir. Procura no alejarte de mí, y si se te acerca ‘algo’ y no me doy cuenta, llámame. –le dijo Victor mirándolo a los ojos.
–S… si –alcanzó a responder Louis, y añadió después de un rato– ¿En algún momento me explicarás que sucede? Digo, con detalles…
–Supongo que alguien lo hará, no sé si yo o alguno de mis compañeros –respondió rápidamente– igual supongo que no te van a dejar ir tan fácilmente, como te dije, no es normal que un Orior esté acá, a este lado del Velo.
– ¿Velo? ¿Te refieres a otra dimensión? –preguntó a Victor. Una vez más se escucharon ruidos en algún lugar cercano. Victor rió.
–Hmm… algo así. Te explicaré todo tan pronto salgamos de aquí, ¿te parece?
–De acuerdo –dijo Louis– entonces salgamos lo más pronto posible.
Dicho esto, tomó posición detrás de Victor. Éste sujetó la lanza y comenzó a trotar hacia la salida, asegurándose cada cierto tiempo de que Louis siguiera cerca de él. Así atravesaron el edificio hasta la salida, y una vez afuera se detuvieron. Victor sujetó a Louis que estuvo cerca de caer al suelo al ver la plaza que ante ellos se abría. Louis no sabía que era peor, ver los edificios, la plaza y todas las demás cosas destruidas como si llevaran siglos allí sujetas a los cambios del ambiente y sin que nadie se tomara el trabajo de cuidarlas, o la cantidad de seres que se encontraban allí afuera, como si los esperaran.
–Tranquilo, recuerda que es otra parte diferente. Las personas que tú conoces están bien pero no están acá –dijo Victor. Luego señaló a los seres y añadió– Son almas. Todo lo contrario a las personas que viven en el mundo “real”. Es algo que aun no hemos podido solucionar.
Las almas eran seres realmente repulsivos, desde donde se vieran. Imitaban la anatomía humana casi en su totalidad, pero eran simples réplicas mal hechas, basadas en recuerdos del pasado. Muchas tenían más miembros, otras tenían menos, algunos cuerpos estaban abiertos por la mitad y los miraban con rencor. Había incluso cuerpos que no tenían nada arriba del cuello, pero seguían deambulando por todas partes. El olor que despedían era tan asqueroso como imposible de aguantar. El olor era similar a la carne en descomposición, pero era como si llevara milenios allí sin descomponerse del todo. Victor sacó algo de su bolsillo y se lo tendió a Louis. Era un objeto envuelto en una bolsa.
–Póntela, reducirá el olor que es inaguantable. El problema con las almas es que no las puedes matar, ¿ves aquella de allí? –dijo mientras señalaba a una con el pecho abierto y sin un brazo, con la mitad de su cabeza hecha pedazos– me he enfrentado a ella varias veces, por eso está así. No las puedes matar, pero sus cuerpos si se pudren, ¿ves?
Louis asintió tras ponerse la máscara. El olor era ahora mucho más aguantable y pudo respirar de nuevo con tranquilidad.
– ¿Estás mejor? –preguntó Victor.
–Si, ya me siento bien –dijo Louis, mientras repetía para si mismo lo que le acababa de decir su extraño guardián. – ¿Qué hay de ti? ¿No te molesta el olor?
–Podré aguantarlo un rato mientras salimos, no te preocupes. –le respondió. Luego, mirando hacia el campo de almas, añadió– Es hora de empezar. Vamos.
Victor corrió hacia las almas mientras sonreía, se giró brevemente y gritó:
– ¡Quédate allí, te avisaré cuando correr!
Dicho esto, las almas se lanzaron en masa hacia él. Victor se agachó, extendió la lanza y dio un giro rápido, degollando a varias almas a la vez. Miró a Louis que lo miraba sorprendido, y sonrió. Éste escuchó su voz, pero esta vez dentro de su cabeza.
–Olvidé decirte tres cosas. La primera es que adoro luchar con estos engendros. La segunda era sobre la telepatía existente en los planos. La otra era que si haces algo que las “mate”, quedarán inconscientes por unos minutos, y es así como escaparemos.
Louis entendió lo que quería decir. Sonrió por la primera advertencia de Victor, pero se concentró de nuevo en lo que estaban haciendo. Tenía que estar atento al camino que estaba abriendo Victor para poder salir del lugar.
Más adelante, Victor seguía luchando contra las almas. Dos de ellas se tiraron al tiempo a derribarlo de las piernas, lo que él evitó saltando, tirando la lanza en la cabeza de uno y pateando en la “cara” al otro. Estiró su mano, haló la lanza y se lanzó contra otro grupo de almas.
–Avanza –pensó, y Louis caminó tras él y se detuvo a un par de metros. Allí metido entre ellas el olor era mucho más fuerte.
El grupo de almas se paró para recibir el impacto de Victor. Tres de ellas adelante y las otras dos atrás sosteniendo a sus compañeras, pero Victor saltó por el aire cayendo detrás de las dos de respaldo, levantó sus manos, poniendo la izquierda en la mejilla de una de las que estaban delante de él y levantando la otra hacia sus tres compañeras. La lanza se apoyaba en su brazo derecho, con la punta en el suelo. Pronunciando un par de palabras por lo bajo, una materia oscura salió de su mano derecha, golpeando al alma de la mitad, mientras las otras dos se intentaron lanzar hacia él, pero dos seres las sujetaron y partieron sus cuellos, para luego volver a dispersarse en el mar de almas. Victor tiró de la lanza con su mano libre, degollando así a las dos almas que se encontraban dándole la espalda.
–Avanza –le repitió a Louis mientras corría hacia otro grupo de cinco almas formadas de idéntica manera que las anteriores. – Tan pronto termine con éstas, correrás hasta la reja de salida, no importa nada más. Al llegar allí verás más almas, pero tranquilo, las sombras irán contigo y se encargarán de ellas. –añadió segundos antes de enfrentar a los engendros.
Corrió hacia la formación de almas y un momento antes de llegar a ellas se tiró al suelo, deslizándose sobre sus piernas y su trasero hasta donde estaban. Estiró la lanza, empalando a la del centro adelante y derribó alas dos delanteras restantes con el movimiento de barrida de sus piernas. Rápidamente se levantó, extrajo la lanza del alma y la clavó en el cuello de las otras dos que se encontraban tendidas en el suelo, mientras las dos restantes se abalanzaban sobre él. Levantó la lanza a una gran velocidad, abriéndole el pecho y parte de la cara a una de las dos almas restantes, que cayó de espaldas al suelo. Golpeó a la otra en el pecho con la parte trasera de la lanza, aprovechando que la tenía levantada. Luego sujetó su cabeza con la mano, dijo unas palabras y la cabeza del engendro explotó débilmente entre sus dedos.
– ¡Ahora! –pensó.
Louis corrió tan rápido como se lo permitieron sus piernas en dirección a la reja. Vio como las dos sombras se juntaban a él cuando pasó por el lado de Victor, que le sonrió.
–Ya falta poco. Ya lo entenderás todo –le dijo al verlo pasar. – Sólo corre.
Louis giró y siguió corriendo. De repente, una de las sombras le tendió una mano, de la que salió un cuchillo bastante ancho con una hoja negra, y un mango del color de la lanza de Victor. La hoja mediría al menos unos 25 centímetros.
–Tómalo –escuchó en su cabeza que le decía Victor– sólo por si lo necesitas en cualquier momento. Considéralo un regalo de mi parte. Y será mejor que lo cuides.
Louis tomó el cuchillo y la funda, negra también, que le tendía la sombra en la otra mano, lo guardó y se amarró la funda al cinturón sin detener su carrera de huida. Ambas sombras se movían a su misma velocidad mientras giraban en torno a él, repeliendo a varias almas que intentaban agarrarlo débilmente y en vano. Atrás, Victor continuaba su lucha con las almas, pero intentaba vigilar todo lo posible a Louis. Cuando se dio cuenta de que éste se encontraba lo suficientemente lejos, derribó al engendro que combatía en ese momento con una patada en el pecho y sujetó su lanza a su espalda, para extender luego sus manos a los lados. Pensó en Victoria, pensó en cuanta falta le haría si muriera. También pensó en el rostro enfadado de Adrian si volvía, pero prefirió quedarse con la feliz imagen de Victoria.
–Hoy no, aún no –pensó– tengo que salir de aquí, no importa lo que pase.
Miró a su alrededor. Al menos 450 almas estaban aun en pie, sin contar las que estaban por despertarse, que era las mismas que había golpeado antes. Cerró los ojos aún con los brazos extendidos.
–Weiβdunkelheit –susurró, y juntó sus manos ahora cerradas fuertemente en puños.
Todo sucedió muy rápidamente, tanto que Louis no alcanzó a percibirlo todo, solo un destello de luz que apareció detrás de él, pero estaba decidido a obedecer a Victor y seguir corriendo. Atrás, Victor se hallaba de pie y rodeado de los cuerpos inmóviles de más de 450 almas.
– ¿Eso es todo? –Dijo– ¿No tienen nada más que dar? ¡Qué gasto de energía!
Giró sobre sus talones, buscó a Louis a su alrededor con la mirada y corrió en su dirección. Cuando llegó a su posición Louis no había alcanzado aún la puerta.
– ¡Que lento eres, chico! Ya tendrías que haber llegado, tardé bastante en acabar con esas almas.
–No es cierto, además tú corres muy rápido, ¿cómo lo haces? –Preguntó Louis.
–Ya te enterarás, ya te enterarás… –Le dijo Victor y continuó corriendo.
Tardaron un poco en llegar a la puerta y una vez allí Louis se fijó en algo extraño. Del suelo, y hacia la nada del firmamento, salía una extraña luz con un brillo cegador. Louis recordó algo.
–Momento –dijo súbitamente– yo eso lo he visto antes.
Victor paró en seco. Había algo extraño con ese chico definitivamente. ¿Cómo era posible que hubiera visto un Portal antes?
– ¿Dónde? –Preguntó seriamente– ¿Dónde has visto esto antes?
–Hace un rato. Ahora que recuerdo, antes de llegar aquí vi una luz como esa, pero la ignoré y seguí caminando, cuando sufres de migrañas sueles ver luces. Luego cerré los ojos y el resto ya lo sabes.
– ¿Puedes ver con claridad la luz o sólo vez algo más brillante en ese lugar? –siguió preguntando Victor.
–La veo completa, su color y demás. ¿Por qué? –preguntó Louis.
–Los Orior no ven las luces. Nunca antes un Orior había visto una luz de éstas. Pero no importa ahora, vamos, salgamos de aquí. Dunkelheit¸ se pueden marchar. –dijo Victor, a lo que las sombras atendieron y se desvanecieron de nuevo en el aire.
Victor agarró a Louis del hombro.
–Ve tú primero. No nos conviene perderte ahora.
Louis tembló. ¿De verdad querían acabar con él? ¿Para qué lo querían? Y, ¿Quién? Con todas esas preguntas rondándole en la cabeza, asintió y caminó hacia la luz, cerrando los ojos segundos antes de llegar. No sintió nada, solo un olor extraño, que desapareció luego, y una brisa que le golpeaba ahora el rostro. ¿Habría atravesado? De un momento a otro, sintió una mano en su hombro de nuevo.
–Al fin –dijo una voz desconocida– bienvenido a la “realidad”, Louis.